30 marzo, 2010

-.Buscar una falsa unidad es trabajar contra la fe.-


Hoy en día los católicos se ven tentados a simpatizarse con el progresismo que se presenta de diferentes matices, escondido a veces bajo supuestas verdades.
Estos errores, derivados de innumerables herejías, oscurecen nuestra fe y nos conducen hacia un eclecticismo religioso, del cual afirma el Cardenal Pie que es la religión
“que reúne a todas las otras, pasadas, presentes y por venir; todas las otras, es decir: la religión natural que reconoce un Dios; el ateísmo que no conoce ninguno; el panteísmo, que lo reconoce en todo y por doquier; el espiritualismo, que cree en el alma, y el materialismo, que no cree más que en la carne, la sangre y los humores; las sociedades evangélicas, que admiten una revelación, y el deísmo racionalista que la rechaza; el cristianismo que cree en el Mesías venido, y el judaísmo que lo espera todavía; el catolicismo que obedece al Papa, y el protestantismo que ve al Papa como anticristo. Todo esto es conciliable: son diferentes aspectos de la verdad, y del conjunto de estos cultos resultará un culto más amplio, más vasto, el gran culto verdaderamente católico — es decir, universal — puesto que el contendrá a todos los otros en su seno”.
Visto que el eclecticismo es un mal porque atenta contra el valor de la verdad es preciso que lo conozcamos y lo revelemos para poder atacarlo y desterrarlo de la Iglesia.

Herejía y Combate:
La herejía consiste en negar uno o más principios de la doctrina de la Santa Iglesia, dejando intocados los demás que la componen. Es entonces una negación parcial, nunca total de la verdad, cuya gran peligrosidad radica justamente en este hecho, en la parte de verdad que se lleva cautiva.
Enseña San Ignacio de Loyola que “a los herejes se los ha de llamar por su nombre, para que de horror hasta nombrar a los que son tales”.

Con respecto al combate, dice San Bernardo de Claraval que “los soldados de Cristo pueden con absoluta seguridad de conciencia pelear en las batallas del Señor”; y nos arenga diciendo “salga pues de su vaina la doble espada espiritual y material de los cristianos, y sea descargada con fuerza sobre la cervical de los enemigos para destruir así todo cuanto se yergue contra la ciencia de Dios, esto es, la fe de los seguidores de Cristo, para que no digan jamás esos infieles: ¿Dónde está su Dios?”.
Siguiendo los consejos de los Santos es que debemos enfrentarnos contra los errores que enturbian nuestra inteligencia llevándonos a la confusión, para luego actuar como obstáculo en nuestra fe.
Cuando hablamos de “supuestas verdades” nos referimos a errores que han contaminado la Iglesia de manera muy maliciosa.


Esta errada doctrina, conocida como eclecticismo, niega que la verdad es una, y por consiguiente, intolerante, excluyente de toda doctrina que no sea la suya.


Sabemos que la herejía no niega la verdad en su totalidad, sino parte de ella; y el eclecticismo niega entre otras cosas:
1) Un aspecto crucial del concepto “verdad”. Pues dar lugar al error y a la contradicción, y afirmar cosas contradictorias atenta contra la verdad, la deforma, le quita su noble valor y la convierte en algo sin mucha importancia.
El Cardenal Pie afirma que: “Es de la esencia de la verdad no tolerar el principio contradictorio… la verdad se presenta con los distintivos de certeza, por esto es afirmativa, necesaria y, por consecuencia, una e intolerante.”
2) Lo que San Pablo afirmó hace casi dos mil años: “Unus Dominus, una fides, unum baptista”. Niega la existencia de un solo Dios, de una sola fe y una única Iglesia.Michel Creuzet
dice que, “El eclecticismo forma una cierta variedad de caracteres vagos, inconsistentes, que no cesan de balancear, incapaces de soluciones, destinados a la ineficacia y que disimulan su debilidad bajo una apariencia de objetividad científica”. En cambio la doctrina de la Santa Iglesia esta “fundada sobre roca”, y presenta todos los medios para hacer “eficaz” aquello que proclama.
Estás contradicciones parciales producen un gran daño a la Verdad y siembran confusión en aquellos que quieren ponerse a su servicio.


Frente a todo esto, bien nos hace escuchar la queja del Divino Corazón de Jesús a Santa María Margarita: “Mira mi Corazón que tanto ha amado a los hombres y no recibe más que ingratitudes y desprecios en la Santísima Eucaristía, y lo peor de todo es que esto muchas veces viene de mis almas consagradas”.


Danos, Señor, Sacerdotes.
Danos muchos Sacerdotes.
Danos muchos y fervorosos Sacerdotes.
Danos muchos, fervorosos y santos Sacerdotes


Santa Teresita del Niño Jesús decía antes de partir a la Patria Verdadera: “¡Qué felicidad habría sentido en combatir en los tiempos de las cruzadas, o en luchar contra los herejes! ¡Ah, no hubiera tenido miedo del fuego! ¡Será posible que muera en una cama!”.
Busquemos nuestro puesto de combate, sea de rodillas o de pie, y defendamos al Único y Verdadero Bien. ¡Viva Cristo Rey… y fuego!


16 octubre, 2009


Un grito de guerra se escucha
en la faz de la tierra y en todo lugar.
Los prestos guerreros
empuñan su espada y se enlistan para pelear.
Para eso han sido entrenados,
defenderán la Verdad
y no les será arrebatado
el fuego que en su sangre está.
Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey.
El grito de guerra que enciende la tierra:
Viva Cristo Rey,
nuestro soberano Señor,
nuestro Capitán y campeón;
pelear por Él, es todo un honor.

Sabemos que esta batalla no es fácil
y muchos se acobardarán
y bajo los dardos de nuestro enemigo
sin duda perecerán.
Yo tendré mi Espada en alto
como la usa mi Señor
a Él nada lo ha derrotado,
Su fuerza es la de Dios.
Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey.
El grito de guerra que enciende la tierra:
Viva Cristo Rey,
nuestro soberano Señor,
nuestro Capitán y campeón;
pelear por Él, es todo un honor.

No conocemos mayor alegría
no existe más honroso afán
que con mis hermanos estar en la línea
y juntos la vida entregar
a Él que merece la gloria
y nos recluto por amor
ante Él la rodilla se dobla
y se postra el corazón.
Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey.
El grito de guerra que enciende la tierra:
Viva Cristo Rey,
nuestro soberano Señor,
nuestro Capitán y campeón;
pelear por Él, es todo un honor.

10 julio, 2009